En
los tiempos actuales, donde es reinventarse o morir hay algo que puede ser
acuñado a todo, inclusive, la
tecnología, y es aprender de las fallas de nuestros predecesores, en este caso
el IGBT siempre presenta mejoras de los aparatos que vinieron antes que el.
La
estructura recuerda mucho la de un transistor MOSFET de potencia donde se
utilizan obleas dopadas de Tipo N sobre las que se deposita una fina capa
epitaxial. El IGBT está construido de forma casi idéntica. La capa epitaxial
presenta el mismo espesor y se dopa igual que en un FET. Sin embargo, existe
una importante diferencia: el material de partida es una oblea dopada Tipo P en
lugar de Tipo N. La unión PN adicional, así creada, inyecta portadores (huecos)
en la región epitaxial Tipo N reduciendo su resistividad y rebajando la caída
de tensión en conducción
El
techo de frecuencia se sitúa alrededor de los 75kHz, debido a que la corriente
principal se controla con un transistor bipolar. En estos dispositivos sin
embargo, se han conseguido tiempos de conmutación de 0,2 ms con muy bajas
caídas de tensión, lo que les hace muy útiles en conmutaciones rápidas.
La
facilidad de control, similar a la de un MOSFET, unida a sus pérdidas
relativamente bajas, les convierten en la elección idónea para aplicaciones de
control de motores conectados directamente a la red (hasta 480 V). Para
tensiones de 400 a 1200 V, los IGBT ofrecen ventajas sustanciales frente a los
transistores bipolares de potencia, por lo que están sustituyendo a éstos en un
amplio campo de aplicaciones.
Actualmente,
con la aparición de la 2ª generación de IGBTs, los fabricantes ofrecen una
amplia gama de estos dispositivos, y se pueden elegir bien por su rapidez o
bien por su caída de tensión en conducción; esto es muy interesante ya que
permite optimizar la utilización de éstos dispositivos en función de las
distintas aplicaciones. Se encuentran ya dispositivos capaces de soportar 1200
V y 400 A.
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